miércoles, 25 de mayo de 2011

Grandes detalles

Ahogamos esperanzas en vasos de agua y penas en copas llenas de cualquier bebida con más de 16 grados de alcohol, nos encantaría mirar un televisor de cientos de pulgadas mientras nos hundimos en un sillón con la mejor piel, adoraríamos entretenernos con las aficiones más exclusivas, y porque no, si tenemos que ser unos infelices por lo menos serlo con unos millones en la cuenta corriente, un deportivo en el garaje, y llorar limpiándonos las lágrimas con un pañuelo con bordados en oro. Eso es lo que todos queréis, todo eso es por lo que os levantáis cada mañana a las seis de la madrugada para hacer horas extras, aguantáis las broncas de vuestro jefe sin razón, se la dais y sonreís de la forma más hipócrita que sabéis. Todo por lo que os gastáis dinero en la suerte y el azar con o sin esperanzas, y por lo que miráis a los que lo tienen con envidia y repulsión. Todo eso que queréis, y por lo que dejáis pasar los pequeños detalles de cada día, porque sois incapaces de desenredar vuestros parpados para mirar más abajo de vuestras narices y fijaros en las cosas más sencillas en las que nos producen una sensación de satisfacción cada día, no bajáis de vuestra mente, de vuestros problemas y preocupaciones y camináis pisoteando lo realmente fascinante. Pocos somos capaces de vislumbrar lo que merece la pena, me considero afortunada.



sábado, 21 de mayo de 2011

Crisis de la hoja en blanco



























Admite que lo único que consigues es hundirte en tus propios pensamientos, en tu propia mierda.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Dependiente a tus besos

Paredes que oprimen la poca racionalidad que me quedaba, que me aprietan las costillas y me rasgan el corazón. Palabras que me absorben el alma, el tiempo y las ganas. Respiraciones tan solo dirigidas al cigarro para dar una calada, y abrir las ventanas simplemente para que salga el humo de la habitación. Desearía que vinieras para vaciar mi vació porque ni la nicotina lo consigue. Lo admito estoy enganchada, no te pido mucho, te aseguro que con un beso me basta. Uno cada segundo.





domingo, 8 de mayo de 2011

Deficit de algo de eso

La verdad es que ahora que lo pienso siempre tuve ese deseo. Me encantaría, me entusiasmaría, ser una de ellas. Si, una de esas chicas que están bien cuando todo va mal, de las que son capaces de ver el sol en mitad de la tormenta, de las que son capaces de levantarse del suelo un millón de veces si hace falta, de las fuertes, de esas que no se dejan agobiar fácilmente, de las que apenas se preocupan ni se obsesionan con tonterías. Tiene su gracia el hecho de que yo siempre pensé que era una de ellas, que era capaz de hacer sonar mis tacones por encima de la música de los bares, de que era única e incomparable. Es triste que todavía me dé cuenta ahora de que no era así. Ellas son como un diamante pulido, brillante, fuerte y nada es capaz de rallar su superficie ni su interior, yo, sin embargo, soy más bien como un vaso de agua en el que se van acumulando lágrimas y llega un instante en el que se rompe, se derrama con la última gota; y si hay pocas, siempre he sido de los vasos medio vacíos.  Soy débil, con déficit de autoestima y superávit de hipocresía para hacer creer que estoy genial, que estoy perfecta cuando todo va mal.


Suicidios domingueros

Quiero pensar y pienso que las situaciones pasan, y la angustia de esperar a que el otro devuelva el cosmos a tus manos también. El tiempo es cruel, el recuerdo, el corazón y todo lo relacionado con los sentimientos lo es. Nos obsesionamos, nos encaprichamos  y  luego no somos capaces de olvidarnos y nos autoengañamos falllidamente intentando hacernos pensar que esa situación ya ha pasado, que lo hemos dejado atrás, que la vida continua. Mentira.  Y mentira sobre mentira. Domingo por la tarde y sientes ganas de llorar o de ir  a la cocina y acabar con todo el helado, dulces y todo aquello que contega mas de 400 calorias. ¿Para que?. Para sentirte mal o culpable por otra cosa que no sea esa maldita situación.  Puedo decir que todo esto ocurre cuando tus amigas casi te obligan a salir de casa un Sábado noche para que te bebas hasta las copas de los árboles y acabes tan borracha que no eres consciente ni de tus propios actos. Luego llega ese malestar de resaca mezclado con Domingo por la tarde y unas gotitas de la amarga situación, el coctel perfecto que te provoca esas ganas infinitas de llorar. Quieres llorar y no lloras. Temes volver a caer en ese pozo del que - en tu propio engaño- ya habías conseguido escapar. Crees que llorar es de débiles pero en realidad todos necesitamos vaciar nuestro vaso de lágrimas ; sabes  de sobra que es mucho mejor sacarlo fuera y que el agua se lo lleve, que dejar todo ese dolor en tu interior para seguir mintiendote y caminando con la cabeza alta como siempre. Para sentirte mejor le das un puñetazo a la pared, como si tus nudillos tuvieran la culpa de tu enorme estupidez. Repites el proceso una y otra vez. ¿Para que? Para que las lágrimas salgan de tus ojos provocadas por el dolor de tus manos y no por el de esa puta situación. Todo absolutamente todo, consiste en la mentira.
¿A que sabe el amor? Yo diria que a sal mezclado con dulce.  Todos hemos provado alguna vez ese sabor salado de las lágrimas y ese toque dulce de la sangre. El amor no mata somos nosotros los que decidimos morir por amor. La sal y el dulce no matan, pero si los tomas en exceso luego pueden llegar hacer que agonices. 







Memoria selectiva

El recuerdo tan solo es la manera que tenemos los seres humanos de revivir el pasado. A veces, preferimos olvidarlos y esconderlos intentando omitirlos sin que nada de esto sea posible, sin embargo en ocasiones solamente los recuerdos son capaces de hacernos volver a sonreir. Los unicos que pueden hacernos volver a sentir un calido abrazo en la noche mas fría, los que hacen que volvamos a sentir un instante una y otra vez hasta que otro momento mejor borre el anterior.

Seamos sinceros, es mentira. En el fondo la mente humana es selectiva, nos encantaría escoger los mejores y recordarlos para siempre, pero son los peores, las caidas, los malos momentos los que se mantienen siempre. Ni siquiera el acohol es capaz de ahogarlos. Sin duda a nuestra mente le encanta hacernos daño.





Fantásticos portales a las 5 de la madrugada

Allí sentada; tirada; o como quieras llamarlo, con el frío propio de Diciembre congelandome hasta el alma sin que yo lo notara, aun con la copa medio vacia de vodka en una mano y en la otra con un cigarro al que pocas caladas le quedaban ya. Alli sentada, viendo como dos chicos de no mas de 23 años se gritaban, con la rabia en su mirada, los puños cerrados. La distancia de uno al otro cada vez era mas reducida, una sola palabra más, una subida de tono,un solo movimiento de sus labios y uno saldria a por el otro, se tiraria a por él salvajamente y el otro le recibiria calurosamente con un puñetazo en la cara o una patada en el estomago; la verdad es que no tenía ninguna gana de ver dientes tirados por la calle pero tampoco estaba por la labor de moverme, simplemente porque ni siquiera podia levantarme. Alli sentada mi ángulo de la vida era diferente, el mundo estaba al reves, todo parecía perfecto. Estalle en una carcajada y luego era incapaz de parar de reir, de esos momentos que ocurren tan pocas veces en los que te duele hasta el estomago y sientes como si tu mandibula se desencajara; que triste que solo fuera producto del alcohol que recorría mis venas, del frío, de la noche, de ese portal, de ese ángulo de la vida y de esta mierda de sociedad. Que bonita era la vida cuando estaba alli sentada, todo parecía mas facil, solo me preocupaba el dolor de pies producto de los tacones de 12 cm que había aguantado toda la noche.
Una calada más y parecía que mis pensamientos se esfumaban con el humo. Un trago mas con un amargo sabor a melancolía y pizcas de felicidad. Una sonrisa tonta al darme cuenta de que era incapaz de recordar, una carcajada al verme incapaz de caminar, y mas risas al verme caer. De repente se paro ese momento como si una chispa se apagara en mi interior. Un suspiró al darme cuenta de que solo bebía para olvidar, y otro más al percatarme de que todo esa "felicidad" era producto de ese portal, de esa visión de la realidad. Un puñetazo al aire al verificar que mañana todo volvería a ser normal, esa maldita rutina y ese mundo tan imperfecto seguirian ahi para seguir arruinandome el presente y el futuro. Llegaba la última calada, el último trago al mundo de nunca jamás, al país de las maravillas; lo intenté aprovechar como si me fuera la vida en ello, abrí los ojos, y desgraciadamente, me di cuenta de que no había funcionado. Maldita resaca, ahora solo me quedaba la esperanza de volverme a emborrachar.